domingo, 12 de marzo de 2017

Carta al Inmigrante Venezolano.


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Querido inmigrante Venezolano. Sí, tu, quien te fuiste. A ti va dirigida esta misiva. Me llama poderosamente la atención tu exacerbado nacionalismo. Lamentándolo mucho, colaboras con llenarnos de estereotipos, porque ahora quieres ser mas “venezolano” de lo que lo eras estando viviendo aquí. ¡Jua, Jua! Cantas a todo pulmón. Guaco es Venezuela, es tu nuevo eslogan. Simón Díaz, es tu tío. Y no exagero. Pero tampoco te voy a reprochar tu uso de la franela vinotino y la gorra tricolor. Todo lo contrario. Me gusta que te guste tu país, aunque no apoyo la manera en que lo demuestras.

Básicamente quiero hablar es de tus añoranzas. Porque es a eso a que te aferras, no a tu país. La Venezuela que dejaste, no se parece en nada a la que vivimos quienes, por falta de oportunidad y por obstáculos, no nos podemos ir (¡porque nos queremos ir!). Hacen falta dólares, no muchos pero a casi 3.300,00 por cada uno, te podrás imaginar lo cuesta arriba para comprarlos. Hacen falta pasaportes, porque el (des)gobierno antes cobraba 12 unidades tributarias (UT) y, desde el año pasado, dejó de imprimirlos para que, este año, seguir cobrando las 12 UT pero ahora te van a incluir otro cobro, la cita por 51.000,00 (170 UT) y por imprimir, si estás apurado, 67.700,00 Bs. (300 UT)… ¿cuándo te fuiste no  era así, cierto?

Así como eso, mucho. No se consigue comida. El promedio en kilos de lo que ha rebajado un venezolano es de 10 kilos y dos tallas. No hay medicinas. La comida importada con dólares a 10 te la venden con dólares a 3000,00. El bachaqueo es lo que más produce dinero. Pero así como produce, así hay que gastar.

Compatriota, entiende, Venezuela ha cambiado… para mal. La gente en la calle está molesta. Desconfían de todos. Dan malas contestas. Un venezolano se levanta en la mañana pensando a quién joder antes de que lo jodan, porque en eso se ha convertido nuestra sociedad, en una sociedad de tiburones. Una sociedad de quien pega primero, pega dos veces, un cambio total de idiosincrasia. Por eso no quiero que peques de ingenuo, pensando que ustedes se fueron y el país se no se movió nunca más. Los medios no reflejan la realidad. Uno ve los programas de variedades y uno no se explica cómo esa gente aún sonríe y se empeña en mostrar un país feliz. ¿Esperanzas? No creo ¿frivolidad? Tal vez. No puedes comprar una casa. Alquilar un apartamento, sólo una ilusión. Por lo menos, para la mayoría. La infraestructura está deteriorada: Las carreteras no sirven; puentes, en peligro. Manejar de noche… hay que encomendarse a Dios, Los Santos y a Superman. Hay piratas en las vías…

Muchos se quedaron con la felicidad de las rumbas, los bailes, las playas, la música… No te cierres, Compatriota. Aprovecha donde estás. También tienen lo suyo y, si te lo propones, descubrirás lo bueno y lo bonito de ese nuevo país que elegiste. Te fuiste por algo y ese algo, ahora está peor, y de manera exponencial. Quienes lo estamos viviendo nos ha tocado duro. Si te lo cuento, no es porque quiero tu lástima. Te lo cuento para que no te hagas ilusiones, no extrañes tanto a este pedazo de tierra olvidada. No te fuiste por gusto ¿o sí?

Recuerda, no extrañas un país. Extrañas tu familia, tus amigos (los pocos que se quedaron), tus momentos. Guarda tus recuerdos, atesóralos. Pero no te aferres al pasado. Ese pasado está bien donde está. Porque, si algún día regresas, te puedes llevar una sorpresa… aunque una sorpresa nada agradable.

2 comentarios:

  1. ¿Guaco es Venezuela? Eso es una blasfemia de dimensiones épicas :(

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    1. Y eso que no has visto las tantas cosas que han inventado... Sólo espera.

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