¡Qué mal estamos hoy día! Y no me
refiero solo a la parte económica. Muchos no conocemos lo que es “ganar”. Pero
¿qué es “ganar”? ¿Acaso tener cuatro tarjetas de crédito te hace ganador?
¿Tener las medidas aprobadas por los modistos o midas de la “belleza”? ¿Tener
tu carro con los cauchos más grandes y anchos que el dinero puede comprar?
¿Tener un i-gadget para pertenecer a una “élite” de gente “chévere” que puede
tener acceso a eso? Si es así, en el mundo no hay “ganadores”.
Pero peor aún es creer que
podemos vivir de los logros de esa “minoría”. Si, señores, estamos viviendo en
una sociedad pasiva, donde la iniciativa se fue por el caño ya que “los ricos
están completos y no puede haber uno más” o donde si las cosas son así, pues
¿para qué cambiarlas? Así ha sido siempre ¿no? Me da tristeza ver a la gente
celebrando coronas de Miss Universo, juegos de fútbol con el conocido
¡ganamos!, juegos de béisbol o carreras de fórmula uno. Muchos medios tienen la
culpa. Se habla de compatriotas haciendo lo mejor de lo mejor pero afuera, poniendo a producir
multinacionales pero “poniendo en alto
el nombre de nuestro país”; siendo el primero
de Latinoamérica en un maratón pero quedando de 88 en la general; celebrando una triple corona en las grandes ligas pero no juegan en la liga del
país; afirmando que somos un país número
uno en emprendimiento pero no se comenta que también lo somos en abandonar ese emprendimiento cuando no se
va bien; llenarnos la bocota con que tenemos el mejor país del mundo simplemente porque nuestro sub suelo está
lleno de materia prima, que se vende al precio del volátil mercado pero que
luego tenemos que comprar un producto elaborado, mucho más caro que hacen otros
países con nuestra materia prima, porque aquí no hay empresas que puedan transformarla en algo útil. Se enseña a
ser asalariado, a depender del patrón (jefe o estado) por eso, al ser tan patética nuestra vida nos conformamos
con vivir las glorias de otros.
No estoy en contra de celebrar a
los compatriotas que están haciendo su trabajo afuera, de lo que estoy en
contra es en querer vivir la vida a través de sus triunfos. Mario Benedetti lo expone
muy bien: “No quiero que me vendas tus
sueños. Yo quiero vivir los míos”. Así que, dejemos esa mala costumbre de
vivir glorias ajenas. Por muy pequeños que sean nuestros triunfos ¡son
nuestros! y no de nadie más. Si otra persona le va bien bateando, corriendo,
modelando, escribiendo, cantando, bailando, haciendo desnudos, actuando… bien
por él/ella. Ya me encargaré yo de vivir mi vida a mi manera.
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