El Dilema del Erizo es una parábola escrita por el filósofo Alemán Arthur Schopenhauer (1788 – 1860) en
1851.
La parábola dice así: En un frío día de invierno, una manada de
erizos se juntan para resguardarse de la helada gracias a su propio calor,
amontonándose unos encima de otros. Pero sucedió que se pincharon entre ellos y
el dolor fue tal que tuvieron que separarse inmediatamente, con lo que otra vez
tuvieron frío. Así que entre el peligro de morir de frío o de hacerlo por el
dolor que se infringían mutuamente con las espinas, acabaron encontrando la
distancia correcta, aquella que les permitía no morir de frío y no hacerse
demasiado daño, de manera que el frío y el dolor podrían hacerse soportable.
Freud también cita a Schopenhauer
en su ensayo Psicología de Masas y el
Análisis del Yo para las relaciones afectivas humanas afirmando que no
podemos soportar una aproximación demasiado íntima entre nosotros.
Al parecer, el mundo de hoy día
vive en este profundo dilema: No quieren confiar en los otros por temor a que
nos hagan daño pero si no hay confianza, nos toca vivir en soledad. Hay dolor
en ambas posiciones, pero mientras la primera es una suposición, la segunda es
una certeza. Sabemos que las relaciones humanas son una lotería. No puedes
confiar en el primero que te pase por el frente pero para eso nos relacionamos,
convivimos con otros... para conocerlos. Por esa razón, mientras estoy seguro que si no
confío en alguien me quedo solo, al confiar en ciertas personas puedo tener el
tesoro más grande que puede existir en el universo: La Amistad.
La amistad es recíproca, se gana
más dando que recibiendo aunque inevitablemente, y para bien, siempre terminarás
recibiendo cosas espectaculares de tus amigos. Cuando la amistad es verdadera
no hay tiempo ni distancia que la separen.
A través de tu vida irás
cambiando de amigos, es una verdad gigante, más no por eso implica que se
pierde el vínculo. A modo personal, tengo amigos de mi época de primaria, de
secundaria, de universidad y de vida adulta. El tiempo puede pasar pero, al
vernos, es como si nada hubiera pasado y se vuelve a ser los mismos de siempre...
bueno, dentro de las diferentes experiencias que se han vivido y que han
cambiado nuestros caracteres. Unos dicen que he corrido con suerte y sí, puedo
jactarme de tener a los mejores amigos del mundo.
Para tener amigos hay que
arriesgarse, hay que dar para poder recibir. Puedes ser herido, por supuesto,
pero esa experiencia te permitirá poder reconocer a la gente falsa de a la que
en verdad le interesas.
Por muchas espinas que se pueda
tener, por muchos daños que me puedan ocasionar, aunque en la vida sea fácil
sufrir, no todo en la vida es sufrimiento: No voy a dejar de vivir la amistad.
He tenido más gratificación con mis amigos que decepciones con otras personas.
Por ello valoro a todos esos que puedo llamar mis amigos y, quiero que sepan
que, por mucho tiempo o distancia, siempre habrá un lugar en mi vida para
ustedes.
Gracias… porque sé que siempre
podré contar con ustedes.
Gracias.
ResponderBorrarA tí por leerme y por tomarte el tiempo de comentar.
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