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Querido inmigrante Venezolano. Sí,
tu, quien te fuiste. A ti va dirigida esta misiva. Me llama poderosamente la
atención tu exacerbado nacionalismo. Lamentándolo mucho, colaboras con
llenarnos de estereotipos, porque ahora quieres ser mas “venezolano” de lo que
lo eras estando viviendo aquí. ¡Jua, Jua! Cantas a todo pulmón. Guaco es Venezuela,
es tu nuevo eslogan. Simón Díaz, es tu tío. Y no exagero. Pero tampoco te voy a
reprochar tu uso de la franela vinotino y la gorra tricolor. Todo lo contrario.
Me gusta que te guste tu país, aunque no apoyo la manera en que lo demuestras.
Básicamente quiero hablar es de
tus añoranzas. Porque es a eso a que te aferras, no a tu país. La Venezuela que
dejaste, no se parece en nada a la que vivimos quienes, por falta de
oportunidad y por obstáculos, no nos podemos ir (¡porque nos queremos ir!).
Hacen falta dólares, no muchos pero a casi 3.300,00 por cada uno, te podrás
imaginar lo cuesta arriba para comprarlos. Hacen falta pasaportes, porque el
(des)gobierno antes cobraba 12 unidades tributarias (UT) y, desde el año
pasado, dejó de imprimirlos para que, este año, seguir cobrando las 12 UT pero
ahora te van a incluir otro cobro, la cita por 51.000,00 (170 UT) y por
imprimir, si estás apurado, 67.700,00 Bs. (300 UT)… ¿cuándo te fuiste no era así, cierto?
Así como eso, mucho. No se
consigue comida. El promedio en kilos de lo que ha rebajado un venezolano es de
10 kilos y dos tallas. No hay medicinas. La comida importada con dólares a 10
te la venden con dólares a 3000,00. El bachaqueo
es lo que más produce dinero. Pero así como produce, así hay que gastar.
Compatriota, entiende, Venezuela
ha cambiado… para mal. La gente en la calle está molesta. Desconfían de todos. Dan
malas contestas. Un venezolano se levanta en la mañana pensando a quién joder
antes de que lo jodan, porque en eso se ha convertido nuestra sociedad, en una
sociedad de tiburones. Una sociedad de quien
pega primero, pega dos veces, un cambio total de idiosincrasia. Por eso no
quiero que peques de ingenuo, pensando que ustedes se fueron y el país se no se
movió nunca más. Los medios no reflejan la realidad. Uno ve los programas de
variedades y uno no se explica cómo esa gente aún sonríe y se empeña en mostrar
un país feliz. ¿Esperanzas? No creo ¿frivolidad? Tal vez. No puedes comprar una
casa. Alquilar un apartamento, sólo una ilusión. Por lo menos, para la mayoría.
La infraestructura está deteriorada: Las carreteras no sirven; puentes, en
peligro. Manejar de noche… hay que encomendarse a Dios, Los Santos y a Superman.
Hay piratas en las vías…
Muchos se quedaron con la
felicidad de las rumbas, los bailes, las playas, la música… No te cierres,
Compatriota. Aprovecha donde estás. También tienen lo suyo y, si te lo
propones, descubrirás lo bueno y lo bonito de ese nuevo país que elegiste. Te
fuiste por algo y ese algo, ahora está peor, y de manera exponencial. Quienes
lo estamos viviendo nos ha tocado duro. Si te lo cuento, no es porque quiero tu
lástima. Te lo cuento para que no te hagas ilusiones, no extrañes tanto a este
pedazo de tierra olvidada. No te fuiste por gusto ¿o sí?
Recuerda, no extrañas un país.
Extrañas tu familia, tus amigos (los pocos que se quedaron), tus momentos. Guarda
tus recuerdos, atesóralos. Pero no te aferres al pasado. Ese pasado está bien
donde está. Porque, si algún día regresas, te puedes llevar una sorpresa…
aunque una sorpresa nada agradable.
¿Guaco es Venezuela? Eso es una blasfemia de dimensiones épicas :(
ResponderBorrarY eso que no has visto las tantas cosas que han inventado... Sólo espera.
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