Quiero compartir con ustedes éste
artículo, publicado en El Universal y firmado por @ariadnaclara el 03 de Julio
de 2013. Aunque el título a algunos les podría parecer chocante, nada más lejos
de la verdad.
Entre brutos y vivos
Los brasileros armados de valor y valores, luchando por sus derechos
soñados, hacen que Venezuela parezca más patética y vergonzosa que nunca.
Feliz con ser un pueblo miserable, sin productos básicos que nos hacen
humanos, seguimos arrastrando los pies ante la destrucción anunciada de patria,
país y pueblo.
Xavier Reyes Matheus en su reciente artículo de La Razón, nos recuerda las teorías de Crane Brinton & Stefan
Zweig sobre revoluciones e identidades latinoamericanas. Zweig en su libro
sobre Brasil escribió “un país que no
acaba de tener una visión de su conjunto…”. Eso era antes. Hoy luchan por
un ideal prometido, juntos e
inamovibles.
Pero esto me hizo pensar. ¿Qué hace que en 14 años no hayamos triunfado
contra la opresión, no tengamos reconocimiento internacional, no tengamos
democracia, y no hayamos perdido los pocos espacios de libertad que nos
quedaban?
No tenemos una visión colectiva de lo que queremos ser.
Orgullosos de ser pobres y vivos, se nos hace difícil luchar por la
legitimidad de nuestras opiniones y el castigo de la ley.
Los vivos, sin partido ni clase social, acostumbrados a la raqueta,
soborno, chanchullo e ilegalidad son felices con la posibilidad de hacer dinero
fácil. Su lucha contra el gobierno rojo llega a medias, porque su identidad
personal no está libre de las mismas acusaciones que le hace al gobierno.
Los que gritan “con hambre y sin empleo, con chávez me resteo”, traen
un triángulo de culpa de todos sus males. La culpa es del otro gobierno, la
culpa es de los ricos, la culpa es de los adecos, la culpa es del señor de la
esquina. Su lucha llega a medias, porque su identidad viene completamente
desprendida de sí mismos. No llevan ni sienten responsabilidad por sus acciones
propias lo cual hace imposible el cambio. Sólo los motiva la destrucción del
culpable.
Lo que no acabamos de entender es que las grandes guerras se ganan con
sueños de libertad. Con una visión de lo que podemos ser “juntos” y lo que
debemos ser juntos. Esta visión majestuosa viene con un precio, con sacrificio
de nuestras identidades personales en función de una colectiva.
Pero por sobre todo con imaginación y valor.
Sueños grandiosos de Venezuela y disposición a luchar hasta ganar.
Éste artículo, sin duda, expresa
muy bien el por qué el país no sale de abajo: No pensamos en el bienestar
colectivo, de país, sino en la comodidad personal. Si los venezolanos
están orgullosos de ser “vivos”, no se han preguntado para qué les ha servido esa
“viveza” ¿será que ahora somos mejores que hace años? ¿La calidad de vida ha
aumentado? ¿No has sido tú o cualquier familiar o incluso uno de tus amigos, asaltado
para quitarle un teléfono, por ejemplo? ¿Nunca has asistido a un velorio de un
familiar, amigo o conocido al cual el hampa le quitó un ser querido? ¿No has
hecho o haces cola para comprar bienes de primera necesidad? ¿Has conseguido un
trabajo bien remunerado o pagado de acuerdo a tu preparación? ¿Nunca se te va
la luz?... No, pero entonces mucha gente prefiere ir a Perú a raspar el cupo
CADIVI y venderlos en el mercado paralelo para sacar una buena tajada de una
moneda que no sirve porque a los pocos días vale menos.
No sé ustedes pero siento que
entre los vivos, los mafiosos y los resentidos van a destruir el poco país que
nos queda… ¿será que son mayoría?
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